PRIMER CARTA RECIBIDA

Estimado Pablo:

   Me llega tu publicación a través de Elio Michaus Valdés y me permito sugerirte la publiques via blog, de preferencia en wordpress, que cuenta con muy buena difusión y herramientas de trabajo, con ventajas adicionales como poder ampliar tu gama de columnistas y crear sinergia entre tu publicación y los blogs de cada uno de tus columnistas.

Más allá de estarte sugiriendo un asunto técnico, me centro en el filosófico. Estamos muy invadidos de ideas sin principios, sin el verdadero objetivo humanístico que la educación debe proveer. Eso tiene algún sentido lógico cuando observamos que lo importante es distinto para cada quien. Par unos es la anarquía, para otros son los sentidos, para unos la felicidad para otros el poder, pero se individualiza y pierde el sentido humanístico. La integralidad de la educación humanística, reconociendo la gama de intereses y preferencias es un principio fundamental para la desindividualización de las tareas cotidianas, enfocadas a la colaboración y el aprovechamiento de talentos aplicables al engrandecimiento del humanismo mismo.

Para unos la ingeniería no importa, para otros el derecho no importa. Pero lo escencial es que ambos tengan claro que las 2 disciplinas son importantes para el ser humano y que deben integrarse.

Por lo anterior, a tu columna o tu publicación le encuentro una importancia especial, porque reune corrientes de pensamiento y presenta una oportunidad ideal para combinarlas armónicamente mediante tus editoriales. Leyendo nuevamente el de tu número 21, recuerdo los poemas de Alberto Cortez y los contrasto con los abortos de Arjona. La colección de palabras elegantes o de lugares comunes de la literatura barata es lo que revela estas comparación. Cortez describe en muy pocas palabras cosas bellas sin tener que decir «son bellas». El otro necesariamente tiene que recurrir al adjetivo para solo demostrar lo que él percibe, cosa que convierte a «SU» realidad, en una realidad subjetiva. Cortez describe y curiosamente en la mente de todos, se perciben las bellezas y las tristezas.

Hablo de la importancia de los contenidos, los fundamentales, las causas y no de los efectos, tampoco de las percepciones particulares ni de la lista -como dices- «demagógica» de adjetivos «bonitos» que simulan poesía o literatura sin realmente serlo, del tipo: «Vuela la mariposa sobre las flores, agitando los suaves perfumes que transportan mis pensamientos a lugares mágicos».
En serio, este tipo de literatura es la que se merece la reacción indignada con un «no mames».

Las realidades «psicodélicas» son respetables como ya dijimos, pero el daño que la humanidad se ha causado por el pragmatismo mal entendido del egoismo puro, amerita psicodelizar con un fin humanístico y no para  la autocomplacencia. Está bien que en la bonanza y en derroche de los regalos del universo que son cosecha luego del esfuerzo de haber sembrado, nos entreguemos a la estupidización de los sentidos por un rato. Pero lo que no está bien es que luego de haber destruido el planeta por egoistas, nos querramos seguir llenando de -más- aberraciones, como si las ya hechas fueran insuficientes.

Esta es mi aportación a tu publicación que me parece prometedora, que gusto de leerla y que espero siga evolucionando, para que -ojalá- llegase a ser libro de texto fundamental para la filosofía ausente en la educacíón de nuestro país, como otros pocos libros milenarios o centenarios muy breves se han convertido en cimiento para corrientes de pensamiento a veces olvidadas por el utilitarismo egoista, pero que eso no les roba su intrínseco valor. No tienes que ser judío para colaborar y hacer equipo en aras de la ambición por el dinero.  También se puede hacer equipo en aras de beneficios colectivos y del medio ambiente, que son mucha más riqueza que le cuenta de banco de un grupo de  judíos.

Saludos cordiales.

Javier E. Mosqueda Farías

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