UN POCO DE HISTORIA

   El proyecto Yo no soy un rebelde nace en San Juan del Río gracias a Francisco J. Anguiano, Lúther, una de las personas con mayor conocimiento del rock en español de la década de los sesentas en dicha ciudad y en el país. La idea rondaba en su cabeza en varias de las tertulias no-organizadas en el changarro de otro personaje ilustre de nuestro San Juanito, nos referimos al señor Juan Rock, quien apoyaría el inicio del fanzine que en aquellos entonces constaba sólo de una hoja impresa por los dos lados -por supuesto ya los chinos habían inventado el papel y toda esa onda- y se repartía sin costo a todo quien la pidiera en el citado negocio.

Respecto al nombre, bueno, lógico, viene de una de las canciones más emblemáticas de la historia del rock mexicano interpretada por Los Locos del Ritmo. Sí, esa que dice “yo no soy un rebelde sin causa ni tampoco un desenfrenado yo lo único que quiero es bailar rock and roll y que me dejen vacilar sin ton ni son…” Y de este buen título todo cuajaba cual gelatina de la abuela, puesto que al mismo tiempo se jugaba con la ambigüedad en el nombre; se homenajeaba, por una parte, una gran rola, y por otra se hacía énfasis en el significado de la rebeldía, tratado hace ya algunos ayeres en la película de Nicholas Ray basada en la novela El hypnoanálisis de un psicópata criminal.

El impreso continuó saliendo, sin falta alguna y de manera cuasi-obsesiva, el primer día de cada mes, llegando puntualito al local contracultural El reino de Anjacar, ubicado en la Juárez. Es bueno mencionar, que con el paso del tiempo se fueron haciendo una o dos modificaciones en la tipografía del producto, logrando que fuera cada vez más ameno al lector, compartiendo a partes iguales información rockera y dibujitos de autor o fotografías.

De ser una hoja, engrosó hasta ser reconocida en el lugar, teniendo una sólida base de colaboradores y una marcha perfecta, pero como no todo es miel sobre hojuelas, un buen día Francisco tuvo que partir hacia el sur de nuestro país -con el subcomandante Marcos y a evangelizar el Estado de Chiapas- y le dejó al ex-dirigente político, el señor Rock, el “paquete” en sus manos.

En una junta, escuchando unas rolas de Arthur Brown, se decidió dejar en las manos de Daria Orozco y Pablo A. Junco la batuta del fanzine. Ellos confabularon una relectura del proyecto e invitaron a un grupo de intelectuales y gente inclasificable, para que publicaran sus notas en la nueva Yo no soy un rebelde, ahora ya no solamente de música, sino de mucho más.